| Descripción |
Grupo escultórico que representa al emperador romano Nerón (37-68 d.C.), a la izquierda, siendo instruido por el que fue su tutor y consejero, el filósofo estoico Lucio Anneo Séneca (4 a.C.-65 d.C). Ambos personajes están sentados en un banco, Nerón con la cabeza apoyada en la mano, en actitud reflexiva, y Séneca inclinado hacia su pupilo, con un largo pergamino desplegado sobre sus piernas, al que señala con su mano derecha. Detrás de la cabeza de Nerón hay una imagen reducida de la diosa Minerva, representada de pie con sus atributos.
Eduardo Barrón González (1858-1911) realizó el original en escayola de esta obra para la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1904, obteniendo con ella la Medalla de Oro. Perteneciente a la colección del Museo Nacional del Prado (inv. E00586), se halla depositada en el Museo de Zamora. De ella existen varias reducciones además de la del Museo del Romanticismo. Los Codina conservan una en bronce y existen otras dos en escayola: una donada por los descendientes del escultor al Museo de Zamora y otra policromada en la Fundación Maura.
Tal y como evidencia la firma que consta en la base, la del Museo del Romanticismo fue fundida por Campins y Codina en Madrid en 1907. Asimismo, lleva inscrita una dedicatoria a su amigo Vicente Samaniego Fernández-Cid (1851-1912), político, diplomático y coleccionista de arte.
Sin duda se trata de una obra propia de la madurez del escultor zamorano, que permite apreciar la calidad técnica que alcanzó y su formación en el clasicismo, deudor en gran medida de los conocimientos adquiridos durante su estancia como pensionado en Roma. Precisamente fue allí donde él y Samaniego fraguaron su amistad. Los largos períodos que, por su profesión, mantuvieron a Samaniego lejos de España no menoscabaron esos lazos que Barrón quiso afianzar ofreciéndole esta reducción. Con anterioridad, le había regalado otra que también conserva el Museo del Romanticismo gracias al legado de su nieta. Nos referimos a "Viriato" (inv. CE2050), cuyo original es sin duda otro obra emblemática de este artista en la que el propio Samaniego le había visto trabajar en Roma.
Barrón retrata a los personajes dramatizando lo opuesto de sus caracteres e insinuando el injusto final del filósofo cordobés, acusado de traición y obligado por el emperador a suicidarse. Es especialmente interesante la lectura iconográfica de la obra. Por un lado, tenemos a un joven Nerón cuya edad se infiere de la bulla que cuelga de uno de los dos collares. Sólo la llevaban los niños, con un amuleto que les protegía de los malos espíritus. Esta circunstancia permitiría identificar su indumentaria con una toga praetexta, blanca y con el borde púrpura, que lucían los jóvenes hasta que podían llevar la toga viril, a partir de los dieciséis años, edad en la que se convertían en ciudadanos romanos de pleno derecho. Ello sin perjuicio del lujoso manto que cubre incluso la cabeza del joven emperador. Por otra parte, pese a su pequeño tamaño, la presencia de Minerva está cargada de significado. Aparte del casco y del escudo con la cabeza de Medusa, así como de la pequeña diosa de la victoria, especialmente relevante para el tema representado en esta obra es la lechuza que figura junto a sus pies, símbolo del intelecto y la sabiduría.
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